Las Buenas Prácticas de Laboratorio (BPL) en España no solo son un conjunto de reglas técnicas, sino un reflejo del compromiso con la integridad científica. Para mí, trabajar bajo estas normativas es como seguir una brújula que asegura que el camino que recorremos es seguro y fiable.
Recuerdo cuando comencé en el laboratorio: al principio, las BPL parecían una lista interminable de controles y requisitos. Sin embargo, con el tiempo, entendí que más allá de las formalidades, el verdadero valor de las BPL está en su capacidad para darnos confianza en cada paso. Saber que lo que hacemos puede reproducirse, que los datos son confiables y que todo el proceso está respaldado por una trazabilidad impecable.
Lo que más me ha funcionado a lo largo de mi formación es no ver las BPL como un obstáculo, sino como un compañero de trabajo silencioso. Aprender a documentar cada paso con precisión, asegurarse de que las muestras estén correctamente etiquetadas y seguir los procedimientos al pie de la letra, son pequeños hábitos que marcan la diferencia.
Otro aspecto clave es la formación continua. La ciencia evoluciona constantemente, y con ello, las normativas y los procedimientos. Mantenerse al día con las actualizaciones no solo te permite cumplir con las exigencias, sino que también te hace sentir más seguro y preparado.

Y claro, no hay que olvidar el valor del equipo. En el laboratorio, el trabajo no es individual; todos dependemos de que los demás también sigan las buenas prácticas. Crear una cultura de comunicación y apoyo es esencial para que las BPL se integren de forma natural en el día a día.
Al final, las BPL son más que un conjunto de reglas, son una promesa de calidad. Y esa promesa es la que me hace amar aún más lo que hago, sabiendo que el trabajo en el laboratorio tiene un impacto real y positivo en el mundo.
– Andreaenlaciencia
Deja un comentario